LA DESTRUCCIÓN OFICIAL DEL PATRIMONIO ESCULTÓRICO DE LIMA

Lima es una ciudad con un interesante acervo de escultura pública monumental, que en los últimos años ha sido afectado por acciones -e inacciones- de las autoridades que deberían protegerlo y promocionarlo. Desde el abandono total, pasando por intervenciones distorsionadoras de los diseños originales, hasta el atentado directo destructivo, la actitud de las autoridades demuestra suma ignorancia que debemos confrontar desde la sociedad civil.

Es lamentable señalar que en este tema, el Estado es el enemigo número uno del arte escultórico. Por esa razón reclamamos normas claras para la protección de los monumentos conmemorativos y afines, obras de arte fundamentales en la educación cívica de la población y testimonios visibles que ayudan a remarcar la identidad y los valores patrióticos y ciudadanos. Insisto, hay que darles el tratamiento que merecen, son obras de arte y el hecho de que estén en la calle no significa que las abandonemos a su suerte.

Por ello es necesario que exista un organismo responsable que haga un seguimiento permanente de las esculturas y que coordine cualquier intervención en el marco de las reglas estrictas de la conservación. Las intervenciones de mantenimiento y restauración, tendrían que ser aprobadas y monitoreadas por especialistas. Y las autoridades tienen la obligación de brindar seguridad a estas obras de arte. En ese sentido, la vigilancia tiene que ser permanente, especialmente de noche.

Por eso me atrevo a preguntar a las autoridades si existe una oficina de la Municipalidad Metropolitana o del Ministerio de Cultura que se haga responsable de los daños que a continuación se detallan.

Lo más importante es que exista sanción ejemplar contra los funcionarios responsables del daño a los monumentos, sea por descuido, sea por intervenciones desafortunadas. Por ejemplo, los señores alcaldes deben entender que los cambios de pedestal o de color -les encanta dorar o ennegrecer las esculturas- sin consultar a los escultores, son faltas de respeto a la labor creativa de los artistas. El diseño original debe ser considerado intangible.

Consideramos varios tipos de atentados contra la escultura pública, en muchos casos combinados:

Desidia, olvido y/o abandono – Atentado directo distorsionador – Atentado directo destructivo – Financiamiento e instalación de pseudoesculturas.

A continuación veremos los casos más importantes.

 

  1. Monumento al coronel Francisco Bolognesi.

En el daño a esta escultura se combinan el atentado directo con el abandono más escandaloso. La obra de Agustín Querol (español) fue inaugurada en 1905, pero la  estatua principal fue cambiada en 1954 por otra del escultor peruano Artemio Ocaña. La extraordinaria pieza original de Querol se conserva en la Fortaleza del Real Felipe.

El monumento a Bolognesi es un grave caso de mutilación de esculturas públicas. Hace varios años fue cortado el sable de uno de los soldados de la parte inferior del monumento (el abanderado). También está mutilado el fusil de otro de los soldados. Hemos denunciado esto desde el año 2001 y hasta ahora nadie lo resuelve.

El atentado distorsionador consiste en lo siguiente: el pilar de granito que sirve de eje al monumento fue pintado de un extraño color verde pálido y la base del monumento de negro.  Esto no es reciente pero -hasta donde sabemos- nadie se ha pronunciado. El atentado ocurrió cuando era alcalde de Lima Luis Castañeda, pero desconocemos si fue una decisión tomada en la Municipalidad o fue ocurrencia de otras autoridades.

El capitel y dos figuras alegóricas están pintados de blanco, pero suponemos que son de mármol (así lo dice Basadre, Historia de la República). Habría que hacer un trabajo cuidadoso para eliminar los agregados inútiles.

De esta manera el diálogo entre el granito, el mármol y el bronce se ha estropeado, por esa razón el monumento ha perdido su contundencia y originalidad. Grave, realmente grave.

Pero hay más. El olor pestilente que tiene el monumento se debe a la casi media docena de gatos que viven entre las figuras escultóricas. Hemos observado que a horas avanzadas -10 a 12 p.m.- hay personas que arrojan comida al monumento para alimentar a los animalitos. Por eso no se van de este refugio.

El entorno arquitectónico es casi tan bello como la Plaza Dos de Mayo. Aquí también la suciedad y el caos campean por todas partes, sobre todo en las noches. Una importante sección de pared -que mira a la Av. Arica- se derrumbó hace varios años y las autoridades no se dan por enteradas. Por esa razón la vista de esta zona de la ciudad es horrible.

Hay que agregar que en esta plaza se cambió el color característico -amarillo pálido- que lucieron los edificios durante décadas. Primero le dieron un matiz ladrillo y posteriormente fueron pintados de anaranjado. Es necesaria una investigación para determinar los verdaderos colores de la plaza y recuperar su autenticidad.

En cuanto a la escultura original de Querol -Fortaleza del Real Felipe- muestra al héroe herido de muerte, ensimismado en su sacrifico consciente, abrazando la bandera y sin soltar el revólver con el que ha disparado el último cartucho. Es una espléndida obra de arte incomprendida desde los tiempos de Gonzales Prada. Los responsables de la fortaleza la tuvieron por años en un rincón, luego la colocaron en la explanada principal donde se lució poco tiempo en todo su esplendor. Sin embargo, la devolvieron al rincón para colocar en mejor posición una mala copia de la escultura de Ocaña, hecha en material deleznable. Triple falta de respeto:

  1. Al héroe: por colocar una estatua de mala calidad.
  2. Al genial Querol: hasta ahora no comprenden la belleza de su obra de arte.
  3. Al maestro Ocaña, ya difunto: por copiarlo sin su consentimiento.

La restauración total del monumento a Bolognesi debe incluir la reposición de la pieza original actualmente en la Fortaleza del Real Felipe, recordemos que es propiedad de la ciudad y no debería estar en manos de los militares. Y no hay que tener miedo de devolver las obras de arte a su estado original.

Hay que tener en cuenta que al pie de esta escultura, Roque Sáenz Peña pronunció su conmovedor discurso:

Coronel Bolognesi: tus sobrevivientes te saludan, todos rodeamos tu monumento, no falta a esta cita ninguno de tus soldados y todos venimos a refrescar en el recuerdo las horas gratas de tu dulce amistad y a sentir las emociones y regocijo de tu pueblo en esta fecha nacional, porque a los muertos ilustres no se lloran: se saludan, se aclaman y se veneran […].

Y en cuanto a la obra de Ocaña -que también es de gran calidad-  puede ser trasladada a otra zona de Lima; por ejemplo la plaza La Bandera.

Todos los años se rinde homenaje a los héroes de Arica en la Plaza Bolognesi. Y a nadie le importa que el monumento esté groseramente alterado por manos filisteas.

Mutilaciones en el monumento a Bolognesi

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  1. Monumento a la Victoria del Dos de Mayo.

En esta tradicional plaza limeña se encuentra uno de los conjuntos escultóricos más importantes del Perú. Sus autores fueron el arquitecto Edmond Guillaume y el escultor León Cugnot (franceses); se inauguró en 1874.

Alrededor de una columna de mármol lucen de pie cuatro mujeres de bronce con sus atributos; figuras alegóricas que representan a las cuatro repúblicas aliadas en la guerra contra España de 1866: el Perú con el camélido y el héroe José Gálvez a sus pies, Chile con el cóndor, Bolivia con un niño fornido -aunque de rasgos europeos- y Ecuador con el cocodrilo del Guayas.  Y en lo alto la diosa Victoria, con la espada en una mano y la palma en la otra.

Desgraciadamente la escultura está mutilada. Iniciando la década de los 90 fueron cortadas las espadas de José Gálvez y las que portaban las alegorías del Perú y Chile. Hoy es un monumento a la Patria desarmada. La alegoría del Ecuador ha perdido los rayos que salían de su cabeza. También hay faltantes en el cóndor chileno y en el cocodrilo del Guayas. Recientemente robaron algunos de los escudos nacionales de la reja de metal. Es urgente la restauración de la escultura y un sistema de vigilancia permanente, especialmente nocturno.

El entorno arquitectónico es de la década del 20 del siglo pasado y no tiene igual en Lima. Desafortunadamente los ocho edificios se encuentran en proceso de deterioro, con sus detalles decorativos desprendiéndose día a día. En las ventanas se lucen carteles publicitarios que hasta hace algunos años estaban prohibidos. Lo peor son las letras coloradas de la CGTP, un sindicato que -además- cuelga permanentemente gigantografías, como si fueran los dueños de la plaza. A eso hay que agregar el panel triangular del Metropolitano en la puerta de uno de los edificios.

Por otro lado, es necesaria una investigación para determinar los colores originales de la plaza Dos de Mayo y recuperar su autenticidad. A fines de la gestión municipal de Susana Villarán los edificios fueron pintados con una variedad de colores, quedaron mejor que con el “celeste sucio” anterior pero faltó restaurar la ornamentación perdida y poner orden al cableado expuesto y caótico.

El entorno es un problema adicional. Hay una nueva construcción de intenso color rojo al costado de uno de los edificios monumentales, cosa que malogra la visualidad del conjunto. Las calles de los alrededores están llenas de suciedad, ladrones y  caos por todas partes. En las noches se permite incluso el funcionamiento de una estridente y maloliente cantina de mala muerte. Y cada cierto tiempo el espacio monumental es ocupado por manifestantes que acampan durante varios días ante la mirada impotente de las «autoridades».

Recordemos lo que dice la Carta de Venecia (1964) en su artículo sexto: La conservación de un monumento implica la de sus condiciones ambientales. Cuando subsista un ambiente tradicional, éste será conservado; por el contrario, deberá rechazarse cualquier nueva construcción, destrucción y utilización que pueda alterar las relaciones de los volúmenes y los colores.

Por otra parte, el paradero de las combis que van al Callao es un urinario público y punto de reunión de “jaladores” lisurientos. La falta de respeto es total, estos sujetos miccionan en la calle delante de damas y niños. Incluso se puede ver en las noches que algunos se drogan descaradamente; he visto casos de cobradores y jaladores “volando” en los paraderos de Lima al Callao.

A un lado hay un horrible grifo que debería ser retirado. Es una vergüenza que se permitiera la instalación de este negocio que pone en riesgo un espacio monumental. Ya en 1931 la Carta de Atenas advertía sobre la inconveniencia de permitir todo tipo de negocios, actividades y/o instalaciones en la cercanía de los monumentos. En Lima las autoridades todavía no se enteran de estas recomendaciones de los años treinta. El grifo intrusivo está en la zona hace varios años y sería interesante investigar a los funcionarios irresponsables que autorizaron su instalación: “No se otorgarán licencias para grifos de expendio de gasolina y similares en la vía pública, y se cancelarán las licencias de los grifos existentes en el Centro Histórico de Lima” (Reglamento de la administración del Centro Histórico de Lima. Ordenanza 062. Artículo 132, d).

Hoy más que nunca urge su traslado: La Conferencia recomienda sobre todo la supresión de todos los anuncios, de toda superposición abusiva de postes e hilos telegráficos, de toda industria ruidosa e intrusa en la cercanía de los monumentos artísticos e históricos (Carta de Atenas. Resolución 7).

Por las noches, la calle Miguel Zamora es atrapada por la oscuridad y pocos valientes se atreven a cruzarla. Para colmo de males, los baños públicos instalados por la gestión Belmont -con la mejor intención- frente a la plaza, le quitan prestancia a la zona monumental. Lo peor es que ahora gente indeseable micciona detrás de los servicios higiénicos, es decir en la calle, esto ocurre por las noches, envolviendo en pestilencia a los sufridos viajeros que salen del Metropolitano. Ya que han devenido en inútiles, propongo que estos baños se transformen en dos pequeños centros de interpretación, uno para narrar el hecho histórico y otro para explicar la escultura y su entorno arquitectónico.

Pero podemos seguir soñando, el paso a desnivel es útil pero atenta visualmente contra la plaza, tal vez podría techarse hasta el Museo Nacional de la Cultura Peruana por el sur y hasta Plaza Unión (Castilla) por el norte, para poner algún tipo de mobiliario urbano que aminore los impactos negativos ya mencionados.

Volviendo a la escultura, hay que agregar que la primera versión de la Victoria era más grande y no se llegó a emplazar en la capital. Estuvo en el Callao y fue robada por los bárbaros militares chilenos para ser instalada en Talca. A propósito de esto, hace rato que el Estado peruano debería reclamar formalmente la devolución de las obras de arte saqueadas, ahora que está claro que los pueblos civilizados no consideran trofeos de guerra a los bienes culturales. Por lo pronto se puede usar como apoyo el texto del historiador chileno Milton Godoy Orellana (http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0717-71942011000200002&script=sci_arttext).

El reciente incendio ocurrido en la Plaza Dos de Mayo debe ser tomado como una oportunidad para la recuperación total del espacio monumental. Algunas ideas hemos sugerido humildemente líneas arriba, pero podemos ir más lejos. Creemos que ha llegado el momento de la expropiación, puede ser complicado pero es una alternativa para que el Estado pueda intervenir en la ansiada recuperación y protección total, tal como lo señala la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación 28296 (Capítulo II, Artículo 11).

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  1. Monumento al mariscal Ramón Castilla.  Plaza Unión.

El monumento a Castilla de la céntrica Plaza Unión, fue obra de José Luis Peña y Peña (1969). Es una estatua ecuestre acompañada de figuras alegóricas. Hace varios años que el conjunto sufrió mutilaciones: robaron las cadenas que portaba el afro-peruano en actitud de romperlas. Y cortaron la espada y la balanza de la alegoría de la Justicia, así como el atributo que portaba la alegoría de la Ley. Las inscripciones que identificaban a las figuras alegóricas han desaparecido.

Debo mencionar además, una grave distorsión que ha dañado la visualidad del conjunto, me refiero al color “verde sucio” aplicado al enorme pedestal de granito. Un mal que se ha difundo en la ciudad y a nadie parece importarle: las autoridades pintan la roca de los monumentos atentando contra su integridad plástica. Hay que precisar que esta pintura fue aplicada en la primera gestión municipal de Luis Castañeda, pero ignoro el nombre de la autoridad que ordenó el despropósito.

La escultura lucha todos los días por distinguirse en medio del tráfico infernal de camiones, volquetes y combis asesinas. Por las noches la plaza está al servicio de sujetos indeseables que ingresan para dormir y hacer sus necesidades. Hemos pasado a medianoche por la zona y no hay vigilancia nocturna. Esta escultura es una obra de arte, un monumento conmemorativo público, pero la tratan como un trasto viejo botado a la calle.

Finalmente debo advertir que se observa fisuras y desniveles en el piso de la plaza, no está demás un peritaje para evitar desgracias futuras, teniendo en cuenta la vía que pasa debajo.

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  1. Monumento a George Washington

La escultura es réplica de la obra de Jean-Antoine Houdon. Se inauguró en 1922.  La plaza fue “remodelada” por la primera gestión municipal de Luis Castañeda. El resultado ha sido lamentable. Destruyeron la banca semicircular de curiosos efectos sonoros que acompañaba a la estatua de Washington.

El pretexto fue que el sitio era utilizado por personas indeseables.  Eso quiere decir que para evitar conductas sociales inapropiadas hay que destruir los monumentos. En vez de brindar seguridad a la plaza deformaron el planteamiento original sin ningún respeto por sus valores plásticos.

En el clímax del mal gusto, incrustaron una placa -con el nombre de Castañeda- al pie de la escultura, en el piso, aunque parezca increíble.

Y para que el vandalismo oficial sea completo, el pedestal de roca luce pintado de verde.

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  1. Monumento a César Vallejo.

Escultura de Miguel Baca Rossi (1983) emplazada frente al teatro Segura. A la gestión municipal de Luis Castañeda se le ocurrió cambiar su recio pedestal de roca por otro más bien anodino. Así desapareció la frase tomada de Los nueve monstruos: “Hay, hermanos, muchísimo que hacer”. El pedestal original terminó en la basura (ver la fotografía de LIMAMALALIMA).

Una ofensa al poeta y al artista, todo para colocar el nombre del alcalde de turno. En este caso la cosa es más grave, ya que en la nueva placa César Vallejo es llamado “poeta universal de la solidaridad”, en clara alusión al partido político de Castañeda. Aquí atentaron contra el monumento y contra la ética.

En ese sentido, hay que estar atentos para que no ocurra lo mismo con la escultura de José Carlos Mariátegui -también de Baca Rossi- retirada con motivo de los polémicos trabajos en la Av. 28 de Julio. Su pedestal de roca no debe ser afectado.

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  1. Estatua de La LibertadPlaza Francia.

La Estatua de La Libertad es el corazón de la Plaza Francia de Lima. Fue obsequiada por la colonia francesa (1926) y su autor fue René Bertrand-Boutée, así lo ha demostrado una investigación de Juan J. Pacheco Ibarra.

Desgraciadamente la escultura alegórica ha sido mutilada, quedando sin su atributo característico: la antorcha. También ha perdido la rama de laurel que portaba en el brazo. La luz de la Libertad ya no alumbra en Lima.

El daño fue posible por el abandono del sitio durante la primera gestión municipal de Luis Castañeda. Posteriormente dicho alcalde remodeló la plaza  pero no restauró la obra de arte. Un tema por investigar es la extraña placa de apariencia antigua que lleva el nombre de Luis Castañeda.

A pocos metros está la estatua del padre Dintilhac  (obra de Joaquín Roca Rey). Antes lucía cierto brillo por el bronce, pero ahora es opaca por la absurda aplicación de pintura sobre la escultura. En este caso se olvidaron de restaurar los dedos de la mano derecha mutilados hace buen tiempo.

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7. FelinoPez y Cóndor.

Piezas notables de la gran escultora expresionista Cristina Gálvez. Estaban en el Parque de la Reserva y no fueron tomadas en cuenta en la “remodelación” de dicho espacio.

Es urgente colocarlas de nuevo en su sitio original ya que no pueden permanecer guardadas en algún depósito municipal. Quienes dejaron de lado las esculturas de Cristina Gálvez, deberían saber que se trata de la misma artista que elaboró el conmovedor caballito que retuerce su cuerpo torturado en Miraflores. La escultora ya es finada y casi no hay obra suya en espacios públicos, por eso lo que hicieron con sus obras en el Parque de la Reserva resulta doblemente grave.

Cerca a las esculturas mencionadas y frente a la casa diseñada por Sabogal había un gran tumi -no he podido ubicar al autor- que también fue retirado en la remodelación y no ha vuelto a su lugar.

En cuanto al parque es un tema aparte, pero quisiera recordar que esta obra colectiva fue inaugurada en 1929. Con la gestión de Castañeda se creó el Circuito “Mágico” del Agua, para lo cual se  invirtieron cuantiosas sumas de dinero. El resultado fue la tergiversación del sentido de uno de los más importantes espacios públicos de Lima. Una obra para jugar con el agua todo el año… en una ciudad enclavada en un desierto. Donde antes entrábamos libremente recordando a los limeños que se alistaron en el Ejército de Reserva para enfrentar a la invasión chilena, ahora tenemos que pagar por un rato de diversión.  Hasta el nombre original se ha ido perdiendo, la mayoría de personas dice “Parque de las Aguas”. Este ha sido uno de los daños más graves contra la memoria histórica de la ciudad. Daño que parece irreversible.

La valiosa fotografía de Juan Peralta muestra el proceso de retiro de las esculturas.

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  1. Monumento al Libertador San Martín.

Cada cierto tiempo los medios de comunicación se indignan cuando los vándalos pintarrajean monumentos, como en algún momento ocurrió con la escultura del Libertador San Martín (Mariano Benlliure, 1921). Estos sujetos merecen una sanción ejemplar, pero hay otros vándalos que deben ser identificados, ya que hubo un grave atentado contra el monumento realizado por las autoridades años atrás.

La estatua se luce encima de la roca granítica simbolizando el histórico Paso de los Andes, pero hace algún tiempo alguien hizo pintar el granito, destruyendo buena parte de la fuerza expresiva que tenía la obra de arte. He observado fotos del monumento de los últimos años y veo que la roca que sostiene a la estatua ha pasado por varios tonos de pintura entre blanco y crema. Lo mismo el pedestal en su parte inferior ha sido pintado varias veces

Es urgente restaurar la integridad de la escultura, no basta con limpiar las pintas que hacen unos desquiciados, hay que retirar la pintura intrusa en el granito, obra de algún vándalo de cuello y corbata. Espero que con tanta pintura encima, algún día se pueda recuperar el diálogo entre el granito y el bronce.

Pero no es el único monumento al Libertador. Hay otro en el Callao (Av. Grau), obra del artista italiano Agustín de Marazzani (1901). Desgraciadamente la escultura está visualmente destrozada -su pedestal fue pintado en rojo y crema- aniquilada por los sicarios del mal gusto que hace rato se han apoderado del primer puerto.

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  1. Monumento a Pizarro.

Charles Cary Rumsey (norteamericano), 1935. Esta estatua ecuestre fue  objeto de grandes polémicas. En general, la población estaba en desacuerdo con tener un monumento al conquistador del Perú en el corazón de la capital.

La gestión municipal de Luis Castañeda trasladó la escultura al Parque de la Muralla, pero le privó de su impresionante soporte. Pregunto a las autoridades ¿Dónde está el pedestal? Y sobre todo ¿Dónde están los relieves de bronce que lucía en sus dado?

El retiro del monumento a Pizarro conlleva un problema que no tuvo en cuenta la gestión Castañeda: se hace más evidente el espacio vacío que no corresponde al diseño original de  la  Plaza de Armas de Lima y que de alguna manera el monumento disimulaba.

Lo tragicómico es que se inventaron  la “llamada Plaza Perú”, con una pileta al centro que distrae la atención de la hermosa fuente del siglo XVII que está en la Plaza Mayor. Un elemento intruso que compite con una obra original del Virreinato.

A la larga habrá que recuperar para la ciudad este espacio, mediante la reconstitución visual del volumen arquitectónico de la llamada Plaza Perú.

Hasta podemos soñar con reconstruir el arco que estaba al final de la calle Palacio, aquel que tenía la inscripción Dios y la Patria (destruido en 1879). Sería extraordinario devolverle a la ciudad uno de sus mayores símbolos.

Por otra parte, hemos observado que la escultura de Pizarro -ahora en el Parque de la Muralla- ha perdido su brillo y luce opaca, como si estuviera impregnada de una sustancia inapropiada. Lo mismo pasa con la escultura ecuestre de Fermín Tangüis (Manuel Piqueras, 1951) en el Parque de la Reserva y las piezas de bronce de la Fuente China (Moretti, Graziosi y Gemignani, 1924) del Parque de la Exposición. Hay que investigar.

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10. Cementerio Presbítero Maestro.

Inaugurado en 1808. Es uno de los más importantes conjuntos de escultura funeraria de América Latina. Ahí se lucen obras de artistas italianos, franceses y peruanos.

Sin embargo, durante años se ha permitido el saqueo sistemático de esculturas -se han perdido por lo menos setenta-, así como innumerables elementos de mármol y bronce arrancados de los mausoleos. Es obvio que el retiro de pesadas esculturas de mármol y/o bronce sólo es posible con ayuda de maquinarias.

Este museo-cementerio podría ser uno de los mayores atractivos turísticos del Perú pero el estado de sus mausoleos saqueados es un escándalo mayúsculo. Ahora es un museo que exhibe la desidia e incompetencia de las autoridades y el afán autodestructivo de los peruanos.

Al frente está el Cementerio El Ángel en cuya portada hay un mural de mosaico de Szyszlo y un conjunto escultórico de Roca Rey. Esta obra también requiere mantenimiento y la reposición de las partes de bronce mutiladas.

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  1. Alameda de los Descalzos.

Emblema olvidado de Lima, la Alameda de los Descalzos se encuentra en una situación que debería provocar la vergüenza nacional. Construida por el virrey Marqués de Montesclaros (1611), se transformó en el siglo XIX cuando se colocaron las doce estatuas de mármol que representan a los signos del zodíaco y seis más pequeñas en la entrada principal (dioses griegos). Todo el conjunto escultórico es obra de artistas italianos.

En 1877 el viajero norteamericano George Squier describió el sitio y lo elogió con entusiasmo:

Entre los paseos públicos, el más importante se llama El Paseo de los Descalzos o Nuevo y está situado en el extremo más lejano del arrabal de San Lázaro. Es un paralelogramo de 457 metros de largo, con árboles plantados espaciadamente, que tiene una zona que se extiende longitudinalmente por su centro rodeada por elevadas barandillas de hierro, ubicadas en paseos cubiertos de grava, con asientos, jarrones, estatuas y gran variedad de arbustos y flores. Se entra a él por un portón bastante elaborado de hierro y en su extremo más distante, casi al frente del convento de los frailes descalzos, que le da su nombre, hay una fuente. En su forma actual data tan sólo de 1856. En todo sentido, este paseo es una obra pública de buen gusto y muy estimable, digna de cualquier metrópoli.

Pero los tiempos de gloria pasaron y hoy la Alameda de los Descalzos es un monumento a la indiferencia. Como espacio público es inigualable, pero fue condenado al olvido y a lo largo de los años se permitió el robo de las bancas y de secciones de la reja de hierro. Por las mañanas es fácil encontrar evidencias de que en las noches la Alameda es tierra de nadie.

Las esculturas han sido pintarrajeadas y mutiladas. Los casos más graves y recientes son los daños que han sufrido las esculturas de Cáncer y Piscis. Ambas han perdido la mano derecha y el primero -además- la larga vara que sostenía.

La situación de la Alameda de los Descalzos es dramática. El conjunto monumental necesita restauración urgente y sobre todo vigilancia permanente. Hay que agregar que al fondo de este paseo público se encuentra el Convento de los Descalzos, con su importante museo de arte religioso. Institución que -al parecer- nunca tiene resguardo policial. A las autoridades no les interesa en absoluto brindar seguridad a un recinto que conserva importantes muestras del Patrimonio de la Nación.

Acaba de inaugurarse con bombos y platillos la «restauración» realizada por el alcalde Luis Castañeda. Sin embargo, las esculturas siguen mutiladas. En esta intervención debió invertirse el dinero en lo más importante, la recuperación de las estatuas. El piso, las bancas, los jardines, etc. pudieron esperar, pero una vez más las autoridades limeñas demostraron que el arte no les interesa, su preocupación es la publicidad en favor de la imagen del señor alcalde.

Hay que tener en cuenta que la restauración de las esculturas debe estar a cargo de especialistas -si es necesario extranjeros- cualquiera no puede meter la mano en estas obras decimonónicas. Además, terminada la intervención se necesita vigilancia constante, especialmente nocturna.

La Alameda espera con urgencia una verdadera puesta en valor y una propuesta de desarrollo local. Hoy es claro que la herencia cultural de los pueblos es también un recurso para el bienestar de la gente. Su conservación y uso contribuye al progreso sostenible de las comunidades, siempre y cuando sea racionalmente, se respeten los valores que encarna y no se erosione su sentido original.

En el caso de este paseo público rimense, el entorno humano cobra importancia decisiva. La gente debe integrarse al proceso de recuperación y puesta en valor, para recibir los beneficios del turismo que será un factor de progreso para los vecinos. Si no es así, todo será en vano.

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  1. Colección de réplicas de esculturas clásicas de la Escuela de Bellas Artes.

Donación de Rafael Larco (1935). Obras griegas, romanas y renacentistas.

Desgraciadamente varias de las estatuas están rasguñadas, pintarrajeadas y en algunos casos mutiladas; por ejemplo, uno de los hijos de Laocoonte ha perdido la cabeza. La ubicación de las estatuas entre las galerías y bajo los arcos de los claustros, no permite apreciarlas y están expuestas constantemente a daños. Esta valiosa colección bien podía convertirse en un extraordinario museo de escultura del más importante centro de enseñanza de las artes del Perú.

Tenemos varios ejemplos de museos latinoamericanos que exhiben copias de esculturas famosas de manera digna. El caso más célebre es el Museo de Historia del Arte de Montevideo. Aunque no sean de mármol, las réplicas exactas brindan una experiencia estética similar a las originales.

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 13. Monumento al mariscal Andrés A. Cáceres.

Luis Agurto, 1951. Jesús María. Actualmente la plaza y el monumento lucen impecables, pero hay que recuperar una de las esculturas: el fusil del soldado ha sido mutilado.

Además hay que restaurar los relieves laterales (batallas de Tarapacá y Marcavalle) donde hace varios años sujetos indeseables cortaron varios elementos.

De igual manera se podrían restaurar los detalles dañados en los relieves de mármol del monumento a Bolívar (Tadolini, 1859).

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 14. Monumento a Humboldt.

Obra del escultor alemán David Dancer, 1935. Este conjunto escultórico es el caso más escandaloso de robo sistemático e indiferencia de las autoridades. Las piezas de bronce fueron arrancadas una a una: el pequeño mamífero, las aves marinas, el osito; dejando la cabeza del sabio alemán en la más espantosa soledad.

Cuando se remodeló el Parque de la Exposición construyeron una réplica del conjunto escultórico, pero lamentablemente esta obra no está a la altura del original. Basta ver las fotografías antiguas y apelar a nuestra memoria visual para comprobar que las proporciones de las piezas han variado. La pobre réplica ha sido dorada hasta el ridículo y su pedestal pintado de plomo-azulado.  Hay que hacerla de nuevo, pero bien.

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  1. Plaza de la Medicina Peruana.

Frente al hospital Dos de Mayo. En 1953 se inauguró un monumento a Daniel Alcides Carrión, obra de José H. Huerta. Desde 1972 el sitio se denomina Plaza de la Historia de la Medicina Peruana. La escultura original fue reemplazada por un trabajo de Juan Manuel Ugarte Eléspuru, Marcelino Álvarez y Williams Buendía.

En la plaza se instalaron bustos de destacados médicos peruanos y réplicas de los diseños Sechín. Abandonada durante años, en la plaza había medio centenar de bustos. Hoy no queda ninguno.

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  1. Monumento a Manco Cápac.

Un atentado visual que se agrega a esta lista es el estropicio cometido con el monumento a Manco Cápac (David Lozano, 1926). Nos referimos a la polémica remodelación de la plaza. La visualización de la escultura ha sido alterada radicalmente, la estatua aparece atrapada por el cemento de una estructura que no dialoga con el imponente pedestal. Para colmo hay rejas. La prisión simbólica del buen arte.

También vemos grandes bloques verticales que emergen desde el piso, y que para nada armonizan con la arquitectura cercana: el municipio, el templo y el local del Scotiabank, todos en estilo neocolonial. Miopía urbanística.

Se ha anunciado que la estructura que asfixia al monumento va a ser un museo. Buena intención, pero hay que recordar que un museo es una institución cultural que conserva un patrimonio, realiza INVESTIGACIÓN y se proyecta a la comunidad mediante exposiciones y programas educativos. ¿Estarán usando bien el concepto de museo?

Todo profesional debe trabajar con ética, y en el caso de la arquitectura y del arte es indispensable el respeto por la obra ajena. ¿Creen que David Lozano aprobaría estas  modificaciones al entorno de su escultura? Difícil. Pero la falta de sentido común y cierta vanidad lleva a algunos arquitectos a intervenir en la obra de otros para hacer monumentos a su propia “gloria”.

Sin duda era necesaria una remodelación, eso significa modernizar algunos elementos formales de la plaza, pero siempre hay que ser mesurado para no afectar el “carácter” original del sitio intervenido. En el caso de la Plaza Manco Cápac la estrella es la imponente escultura de Lozano, nada debe competir con ella, nada.

¿Cuánto dinero invertido en este despropósito? Bastaba con restaurar la escultura -hecho en parte-, cambiar los pisos y llenar la plaza de árboles y flores. Más colores naturales y menos cemento. Lo irónico es que esto fue realizado durante la gestión de un alcalde arquitecto.

Hubiera sido mejor invertir en restaurar la casa con pilastras jónicas que está  a la espalda del monumento y cuyos detalles están colapsando. O prestarle atención a la casa de la esquina de Manco Cápac-28 de Julio, con su típico balcón de antepecho, que requiere medidas preventivas para evitar que la tumbe el próximo terremoto. Y que luce un anuncio de próximo centro comercial.

Ya es tiempo también de salvar las cabezas de incas de la Av. Manco Cápac, que van desapareciendo una por una y nadie quiere darse cuenta.

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  1. El retrato de Chabuca Granda.

La Alameda Chabuca Granda fue diseñada por el arquitecto Javier Artadi (1999). Durante la primera gestión de Castañeda desapareció el relieve dorado con el retrato de la gran compositora peruana, ubicado a pocos metros de Palacio de Gobierno. ¿Cómo es posible tanto descuido en una zona tan céntrica?

Dicho relieve fue repuesto en la gestión Villarán aunque -si la memoria no me falla- el original era de mayor calidad plástica.

Algo similar ocurrió cuando desapareció la placa del monumento a Víctor Andrés Belaúnde (Humberto Hoyos Guevara, 1986) a unos pasos del Ministerio de Relaciones Exteriores. A los pocos días apareció una nueva con el nombre de Luis Castañeda. En la gestión Villarán colocaron otra placa con el nombre del alcalde Barrantes, en cuyo tiempo se emplazó la escultura.

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18. Contaminación visual del Paseo de la República.

El Paseo del República (o Paseo de los Héroes Navales en sus primeras cuadras) es  uno de los espacios urbanos más impresionantes de Lima: El Palacio de Justicia de fondo y el conjunto escultórico con la fuente en el paseo. Pero el sitio fue destruido visualmente por Luis Castañeda en su primera gestión. Observen las cuatro agresivas chimeneas de pobre diseño que emergen de la estación central del Metropolitano. E intenten tomar una fotografía del Palacio de Justicia. Por eso es urgente un concurso arquitectónico para reparar el daño causado.

En una ciudad Patrimonio de la Humanidad toda intervención debe tener en cuenta el  “Mantenimiento y recuperación de la volumetría, suprimiendo los elementos y volúmenes que atenten contra la armonía del contexto e impidan las visuales a los monumentos y entornos naturales. Incorporación de la Obra Nueva en armonía con la escala y carácter del entorno” (Reglamento de la administración del Centro Histórico de Lima. Ordenanza 062. Artículo 2, b). Por lo visto esta ordenanza no existe para Luis Castañeda.

Otro caso similar ocurrió en el río Rímac. Ahí tenemos dos valiosos puentes históricos: el Puente de Piedra -no se llama Puente Trujillo- del virrey Montesclaros (1610) y el Puente Balta de la casa Eiffel (1869). Nada debería competir visualmente con ellos. Desgraciadamente el paisaje de esta parte del Centro Histórico ha sido desvirtuado con la agresiva inclusión del puente denominado “Rayos de Sol”. La cosa se agrava porque luce un amarillo intenso, color del partido del alcalde. El blanco disimularía un poco la presencia de la punta intrusa que se eleva sobre el río.

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19. Monumento al Bombero. Lince.

El Monumento al Bombero (Lince) era obra del escultor ayacuchano José Molina Enciso. Una vez más las autoridades peruanas demostraron su desprecio por la escultura pública y su incapacidad para comprender la importancia de la memoria urbana. La Municipalidad de Lince destruyó el monumento al bombero con el pretexto de “remodelar” este tradicional espacio público.

Si bien la escultura no era una obra maestra del arte, los vecinos la estimaban por ser un referente simbólico barrial. Y es que los monumentos ayudan a configurar la identidad de una ciudad, son los guardianes de su historia. Un paisaje urbano encierra los recuerdos y sentimientos de los vecinos, pero nada de eso fue respetado por el señor Príncipe, alcalde de Lince y socio político de Luis Castañeda.

El monumento -cuya primera piedra se colocó en 1947-  ya había sido afectado cuando se le pintó con colores “realistas”, pero ahora ha sido reemplazado por una escultura mediocre rodeada de cuatros chorros de agua. Del obelisco, ni rastro. Otra pileta para seguir jugando con el agua en una ciudad enclavada en un desierto. La cruel ironía es que precisamente, los bomberos tienen problemas para aprovisionarse del líquido elemento en sus heroicas  batallas contra el fuego. La pobreza intelectual y mal gusto de muchos alcaldes ha permitido la invasión de fuentes “ornamentales” que en su mayor parte carecen de valor artístico.

La destrucción del Monumento al Bombero fijó dos posiciones. Lo extraordinario es la actitud de los ciudadanos que salieron en defensa de la historia de su distrito. Lo vergonzoso fue la prepotencia de las autoridades municipales que no dieron  marcha atrás y culminaron su obra destructora. Para eso recurrieron a la violencia física contra los vecinos -entre ellos el nieto del escultor ayacuchano- en un acto salvaje que ha quedado impune.

A última hora el municipio salió con el argumento de que el monumento era un peligro. En ese caso se refuerza, se restaura, pero no se destruye.  Desgraciadamente en nuestra ciudad se piensa que modernizar significa destruir la memoria.

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20. Pachakútec

Escultura-instalación de Javier Aldana (1991) emplazada en el atrio del Museo de la Nación. La obra fue trabajada en travertino crema, metal y fragmentos de ladrillo. Urge recuperar su diseño original reintegrando los ladrillos quebrados que estaban en la parte inferior. Insistimos, la apariencia inicial ideada por los artistas debe ser respetada siempre.

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21. Plazuela del Cercado

Es el corazón del tradicional Barrio del Cercado. Una fuente de bronce y cinco estatuas de mármol decimonónicas embellecen este espacio urbano. El sitio fue restaurado en la gestión municipal anterior pero el descuido posterior ha permitido que la Justicia siga mutilada (ha perdido la espada). En cuanto a la fuente, han robado una de las aves de metal.

Lo más grave del asunto es que la plazuela  tiene como vecina principal a una dependencia de la PNP. Los vándalos actúan impunemente a pesar de la presencia de la autoridad policial. A la policía se la respeta, a los monumentos también

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22. Financiamiento e instalación de pseudoesculturas

“Nuestra pequeñez debe contar por uno de sus factores la perenne contemplación de lo deforme: quizá no guardamos altas ideas en el cerebro porque nada bello miramos ante los ojos” (Manuel González Prada. Horas de lucha, 1908).

Es evidente el interés de muchos municipios e instituciones en levantar obras escultóricas en tributo a personalidades ilustres de la patria. El problema es que en los últimos años han proliferado esculturas de pobre calidad que más que homenaje se convierten en espectáculo grotesco. Se trata de figuras humanas con defectos anatómicos, ensayos fallidos de escultura ecuestre,  y/o alegorías ridículas dedicadas a la gloria de los alcaldes de turno. Aquí algunos casos notables: 

  1. La espantosa “voleibolista” dedicada a Akira Kato entre las avenidas Salaverry con Javier Prado.
  2. La desproporcionada estatua de Manuel Cipriano Dulanto en el Callao,
  3. La escultura de Fernando Belaunde entre las avenidas Huiracocha y Escobedo.
  4. El Mariscal Castilla con su caballo famélico en Lince.
  5. Las estatuas alegóricas que aluden a la familia en Puente Piedra.
  6. Chosica. Aquí el asunto es grave, pero sólo mencionaremos la horrible figura del Cristo monumental, el Cáceres a caballo defectuoso por donde se le mire y el Bolognesi cuyo rostro no se parece al héroe de Arica. Hay que agregar que el alcalde Luis Bueno -socio político de Luis Castañeda- gusta de colocar placas en los espacios públicos para elogiar a su persona y a su señora madre, lo cual revela cierto desorden de personalidad. Aquí un ejemplo: “He venido de Apurímac y he llegado a este valle no como el águila en busca de presa sino como el cóndor andino a buscar nido en suelo chosicano”. Habría que informarle que también hay águilas andinas y que el cóndor se alimenta de carroña.
  1. En Bellavista -entre las avenidas Faucett y Venezuela- se han colocado dos estatuas de nuestros héroes nacionales, Cáceres y Bolognesi. La primera es mala copia de una pieza que se encuentra en el Parque Reducto, y en la otra un inepto escultor intenta reproducir la obra de Artemio Ocaña. Copian sin mostrar respeto por el trabajo creativo de artistas famosos ya fallecidos. Además, ambas figuras son enormes para el espacio que ocupan y están rodeadas por piezas de artillería que no corresponden al contexto de la Guerra del Pacífico. Para completar los anacronismos, en algunas ocasiones la zona es resguardada por soldados vestidos con uniformes de tiempos de la Independencia.
  2. La Madre Patria y el Gral. San Martín instalados en la Plaza La Bandera en la gestión de Susana Villarán.

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INFORME EN PRESENCIA CULTURAL

 Marco Antonio Capristán nos entrevistó en Arroba Radio acerca de la escultura pública en Lima. Lo dijimos todo, claro y sin anestesia… También hay situaciones anecdóticas inevitables… Y una corrección: los grilletes de la Ley, no de la Justicia.

COLOFÓN

Basta dar un paseo por el centro histórico de ciudades como México, Bogotá, Buenos Aires o Montevideo para notar la diferencia en el tratamiento oficial del patrimonio escultórico. A las autoridades no se les ocurre alterar la obra artística original y cuando ocurre un desliz, como en el caso del Caballito de Tolsá en México, el asunto se convierte en escándalo nacional y tema de debate público.

Claro que también hay vandalismo, pero lo hace gente indeseable en las esculturas más alejadas, pocas veces ocurre en el centro de las ciudades. Los limeños tenemos mucho que aprender. Ojalá estemos dispuestos.

Virgilio Freddy Cabanillas Delgadillo.

peruanticuario@yahoo.es

999107298

7 comentarios en “LA DESTRUCCIÓN OFICIAL DEL PATRIMONIO ESCULTÓRICO DE LIMA

  1. muy buen recuento de las esculturas de a ciudad Virgilio, felicitaciones por el traajo de investigacion, gran aporte a la memoria de nuestra sociedad

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  2. Felicitaciones Sr. Cabanillas,como limeños le agradecemos haber realizado este recuento de maltrato a las esculturas y monumentos de nuestra ciudad,pero tengamos en cuenta que desgraciadamente en casi todo lo mal hecho esta presente el actual alcalde (Castañeda)que con una mentalidad retrograda esta destruyendo la ciudad de Lima con el argumento de «hacer obras»sin considerar la importancia de nuestro legado cultural y artístico, lo que demuestra su falta de cultura y respeto a una ciudad tan importante como Lima.En conclusión: no tenemos una verdadera autoridad lamentablemente……

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  3. Una muerte anunciada y eso que falta el monumento a Castilla , frente a la iglesia la Merced, una placa a LAS a frente del parque Universitario , placa al monumento al costado de Plaza Real, Estatuas en Paseo Colon, que bárbaro somos…

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  4. Lamentablemente en esta ciudad sus habitantes no son los mismos que antaño y los que los han sucedido, no les interesa en lo más mínimo el ornato, ni nada que trate con lo estético y menos lo artístico, mal podríamos exigir lo mínimo a quien solo le preocupa atender sus necesidades elementales de subsistencia al igual que los animales. Quizás habría que estar agradecidos de que aun hoy en día, sobrevivan estas obras y muchas más, al avance de nuestra PSEUDA CULTURA, el descuido no es de la competencia de una autoridad (hace muchas décadas o siglos , que no existe ) municipal, este articulo clamoroso nos hace repensar en donde está el origen de esta BARBARA ICONOCLASTRIA .
    La respuesta la sabemos, pero callamos, es la suma de todo, es la falta de educación en los niveles educativos, se ha descuidado la formación espiritual del individuo así como su formación cívica

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